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Esta demencial película de terror recortó tantas subtramas que lo que acabamos viendo en el cine no tenía ningún sentido. Originalmente, ‘Tuno Negro’ iba a durar 160 minutos

Esta demencial película de terror recortó tantas subtramas que lo que acabamos viendo en el cine no tenía ningún sentido. Originalmente, ‘Tuno Negro’ iba a durar 160 minutos

En 1996, ‘Scream’ revolucionó un género que llevaba años sin levantar cabeza, y demostró que la clave para seguir adelante era la autoconsciencia y las referencias meta. Wes Craven supo ver el cambio de actitud del público respecto al clásico saja-raja y lo hizo evolucionar de manera brillante. ¿Cuál fue el problema? Que, desde entonces, todos quisieron tener su propio ‘Scream’, y así nacieron películas que permanecen en la cultura colectiva millennial como ‘Leyenda urbana’, ‘Sé lo que hicisteis el último verano’, ‘Halloween H20’ o, por supuesto, la más infame de todas: ‘Tuno Negro’.

Mocita, dame un machete

Durante los inicios de los 2000, el cine español también quiso unirse a la moda del slasher, pero nada de lo que salió pudo hacerle frente a las propuestas americanas: ‘El arte de morir’, ‘La Central’, ‘Más de mil cámaras velan por tu seguridad’ o ‘La monja’ fueron un mero telón de fondo para ‘Tuno Negro’, la película que ha pasado a la historia gracias a su incomprendida mezcla de humor, terror y revolución tecnológica. En 2001, España estaba viviendo por fin la transición social a un mundo con Internet y el cine estaba fascinado con las posibilidades.

Y sí, con «las posibilidades» me refiero a Maribel Verdú, interpretando a una virgen estudiante de primer curso, chateando con un asesino que tiene lag en su retransmisión en directo (ríete tú de Twitch). El resultado final que nos llegó no tiene ni pies ni cabeza, la revelación del asesino no tiene motivo lógico a poco que le demos un par de vueltas, los personajes vienen y van sin motivo y el tono está completamente descompensado. Sin embargo, no es culpa (al menos no total) de Pedro L. Barbero, su co-director y co-guionista, porque su idea original era muy, muy distinta.

Si habéis visto ‘Tuno Negro’, es posible que recordéis una escena en la que su protagonista, Silke, se va a acostar con Jorge Sanz y al echarse sobre la cama, de debajo de la misma aparece Alexis Valdés vestido de tuno, al que pega porque, bueno, es el tuno negro. Es grotesco, teniendo en cuenta que Valdés no vuelve a salir prácticamente en la película, pero lo cierto es que esta escena formaba parte de una subtrama que cortaron por completo cuando desde arriba les indicaron que el montaje inicial de 160 minutos (dos horas y 40, vaya) era intragable y había que hacer cambios. Tal y como afirma el co-director en La Abadía de Berzano, «Este personaje lo hacía Alexis Valdés y era un negro que hacía de tuno, en un evidente juego de palabras. Era el tuno negro, vamos (risas). De hecho, era uno de los sospechosos principales». Y de pronto, no quedó nada.

Me tienes negro, tuno

Imagina la situación: has sacado adelante tu película con sangre (mucha sangre), sudor y lágrimas, pero desde la productora se han empeñado en que tiene que durar 110 minutos exactos (para que más cines puedan proyectarla y no perderse un pase), y te pasas en 50. ¿Qué haces? Bueno, en este caso, lo que hicieron los directores fue confiar en su editor, Juan Carlos Arroyo, diciéndole «Nos vamos a ir tres días. Vamos a desaparecer de la sala de edición. Corta lo que te dé la gana. Nos proyectas tu versión y si veo que está bien la dejamos así, y si veo que está mal te echo». Cuando volvieron, Alexis Valdés había desaparecido por completo, y la película funcionaba mejor. La magia del montaje.

Tuno
Tuno

Personalmente, la verdad es que me encantaría ver esta versión de 160 minutos, aunque solo sea por curiosidad antropológica y comprobar si las tramas se unen mejor, la revelación final tiene sentido y los personajes secundarios ganan en importancia. Una de esas curiosidades de la historia que se van a quedar inéditas para siempre, porque ni siquiera se metieron escenas extras en el DVD. Al menos, que exista esta mezcla inédita entre terror y comedia ya es fascinante, aunque ninguno de sus directores volviera después a acercarse al género.

‘Tuno Negro’ acabó recaudando más de 2 millones de euros en taquilla, pero la crítica la destrozó y el público acabó tomándosela a choteo en parte porque, reconozcámoslo, no tiene ni pies ni cabeza. Sin embargo, siempre queda la duda: ¿Y si, por casualidad, lo que necesitaba la película era esa subtrama con Alexis Valdés como candidato principal a psychokiller? ¿Y si en los 50 minutos que se eliminaron estaba la clave para darle a la cinta el tono que necesitaba, perdido entre subtramas? Me temo que eso nunca lo sabremos.

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