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TVE creó Telecinco en los 80, y hay una fascinante reliquia millennial que lo prueba. Pero no es lo que parece

TVE creó Telecinco en los 80, y hay una fascinante reliquia millennial que lo prueba. Pero no es lo que parece

Si te hablo de «Ceefax» es probable que no sepas de qué demonios te estoy hablando. Es normal. Sin embargo, a inicios de los años 70 era una de las innovaciones tecnológicas más increíbles que estaban ocurriendo en el mundo de la televisión. De hecho, su propio nombre (que viene de «see facts») da una pista: se trataba de un servicio para poder ver noticias, resultados deportivos y todo tipo de información desde el propio aparato televisivo. Hoy no lo usamos prácticamente para nada, pero cuando llegó fue todo un bombazo: el Teletexto -que fue el nombre que finalmente tuvo en todo el mundo- fue un proto-Internet que se adoptó con curiosidad y se convirtió en un culto para los millennial, tan adorablemente cutre como terriblemente interesante. En aquel momento, al menos.

Telecinco, sin las Mama Chicho

El Teletexto desembarcó de manera oficial en nuestro país el 16 de mayo de 1988, seis años después de comenzar las emisiones en prueba durante el Mundial del 82. En aquellos primeros meses, se emitía junto a la señal (esto es, si tenías un televisor compatible podías verlo sin problemas) de cinco de la tarde a diez de la noche, y presentaba tanto páginas de actualidad como «de utilidad». Y se fueron preparando con tiempo: ya a inicios de los 80 se vendían «multi-televisores» que se anunciaban como un verdadero centro de entretenimiento multimedia en el hogar.

Thomson, por ejemplo, promocionaba su televisión en 1983 como «preparada para recibir Teletexto, TV vía satélite, mini-ordenadores, equipo de vigilancia, etc». Quedaba una década aún para que tuviéramos televisión vía satélite de manera legal, pero el río sonaba y había que incentivar las ventas como fuera. El Teletexto fue un primer paso que fue adoptado por la sociedad rápidamente. Tanto, que incluso se vendían adaptadores para que llegara a tu aparato si este no estaba preparado para hacerlo, al estilo de la TDT en sus inicios. Y no era barato precisamente.

Solo de esta manera se podían leer las casi 200 páginas que por aquel entonces preparaba un equipo en las oficinas de RTVE: redactaban las noticias y los textos a máquina, se las pasaban a un equipo entrenado en cómo mostrarlo en el Teletexto y estos lo «pasaban a limpio» para que todo el mundo pudiera verlo en Telecinco. Sí, no habéis leído mal: TVE decidió que lo de «Teletexto» tenía muy poco tirón, y decidió utilizar la lógica. Si ya había dos cadenas públicas y entre uno y dos canales autonómicos por comunidad, esta nueva invención sería una especie de quinta pantalla: Telecinco. ¿Qué problema iba a haber?

El Internet de nuestros padres

Telecinco, en febrero de 1989, pasó a emitirse durante 14 horas diarias (de once de la mañana a una de la madrugada) con una audiencia de millones de espectadores diarios, encontrando un sorprendente aliado en la comunidad sorda: desde el principio, los programas podían subtitularse incluso antes de que se pudiera escuchar la pista en versión original gracias a la mítica página 888. Y, aunque ahora lo vemos como algo sencillo y casi arcaico, en su día permitió a muchos soñar con el aparato como centro neurálgico de la casa al que poder conectar aparatos de música, videoconsolas, teléfono, ordenadores, cámaras de vigilancia o satélites. No iban tan desencaminados: lo que nadie imaginaba es que este aparato no sería la televisión, sino el móvil.

Telecinco
Telecinco

El éxito de Telecinco era arrollador, y solo se encontró con un escollo en su camino: el 10 de marzo de 1989 comenzaron las emisiones en prueba de uno de los nuevos canales privados que venían dispuestos a revolucionarlo todo. Efectivamente, estoy hablando de Telecinco, la misma que todos reconocemos ahora como tal. El equipo de TVE no se andó con chiquitas: rápidamente cambió el nombre a «Teletexto TVE» y siguió su camino triunfal hasta que, obviamente, el tiempo e Internet hicieron que se estancara y pasara a ser una simple curiosidad del pasado (a la que han dado cancha en, por ejemplo, ‘La revuelta’) y una pieza clave más de la indómita nostalgia millennial.

Eso sí, ojo: continúa en pie, a diferencia de lo que ocurre en la BBC, donde en 2012 fue eliminado. Tan solo Alemania y nosotros continuamos ofreciendo el servicio, que, según un estudio de la propia TVE, siguen utilizando dos millones de hogares españoles, aunque el equipo que lo llevaba se ha reducido notablemente. De hecho, los antiguos miembros que escribían las noticias para el servicio han pasado a trabajar en Informativos. En su día, implantar el Teletexto costó 500 millones de pesetas a España (unos 3 millones de euros), y, pese a que hubo cierta polémica, demostraron estar bien invertidos después de 40 años y pese a su -seguramente- próxima desaparición, que ya se puede intuir cercana.

El Teletexto (bueno, Telecinco) nos hizo sentir en el futuro, demostrando las ganas por una nueva televisión interactiva, por montarse en la ola de las nuevas tecnologías. Esto acabaría desembocando en el Teletrébol y el Telepick, pero me temo que eso es otra increíble historia.

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